El fuego que habita en nuestra cocina, está ardiendo.
El fuego que habita en nuestra cocina, está ardiendo.
El fuego que habita en nuestra cocina, está ardiendo.
Prometeo fue castigado por dar a los humanos el conocimiento del fuego. Y no es casual

Prometeo fue castigado por dar a los humanos el conocimiento del fuego. Y no es casual.

El fuego —símbolo psíquico de la conciencia universal— es también la luz que se prende en la oscuridad, así como se enciende dentro nuestro la chispa del deseo. Esa voz interna que habla en primera persona: yo quieroyo deseo…Pero ¿qué pasa luego que escuchamos por vez primera esa voz? 

El día de mi cumpleaños, desperté con lágrimas en los ojos; un llanto corrido como hacía tiempo no tenía. La chispa primera había crecido y se había convertido en llamarada, instalada en mi pecho. 

Al principio me asusté. La información que me traía era brutal, feroz: quemarlo todo. Arrasar sin piedad, sin discernimiento. No obstante y pese al miedo me permití llorar el luto de lo perdido. Con los días, con la respiración adecuada y la observación justa —esa que gracias al gran Prometeo una vez nos fue entregada—pude mirar con conciencia.

Esta llamarada no venía a destruir sino a limpiar. A purificar patrones antiguos, pensamientos gastados, formas vencidas. A mostrar que lo que me trajo hasta aquí, no necesariamente me llevaría al siguiente nivel porque eso hace el fuego; purifica, destruye lo viejo y anuncia el nacimiento de lo nuevo. Su naturaleza inconstante y su capacidad para transformar la materia lo convierten en un símbolo de la constante evolución del espíritu. 

Entonces le miré a los ojos y le pregunté: Tú, sabiduría que vienes del río bajo el río... ¿Qué me traes?¿Qué me pides, que hago contigo? La palabra que surgió fue, coherencia: mi deseo y mi impulso se encontraban en la misma dirección. 

Tradicionalmente el fuego se ha asociado con la energía masculina: hacer, acción impulso, etc. pero existen interpretaciones que lo vinculan con aspectos femeninos. Por ejemplo, en la mitología romana, Vesta es la diosa del hogar y del fuego sagrado, y su culto estaba a cargo de las vestales, mujeres que mantenían encendida la llama eterna en su templo. Asimismo, en la mitología celta, Brigit es la diosa del fuego, la poesía y la fertilidad, representando una energía creativa y transformadora profundamente femenina. 

De la unión del fuego femenino que es deseo y del fuego masculino que es impulso, en coherencia, el sentimiento trascendió y se convirtió en una fiesta. Una fiesta caliente, despierta, vibrante, llena de sabiduría y ardiente por llegar y purificar las almas que no se entreguen al gozar, al placer, al disfrute de la vida. Fue así como nació Santa Bárbara LA QUE ARDE. 

A este punto, te estarás diciendo bueno y ¿a mi que me cuentas, a mi que me suma? Y es que la segunda palabra que me trajo fue trascendencia. 

La verdad es que todo esto forma parte de mi proceso interno. Pero ¿de qué serviría nuestra postura introspectiva, si no es para nutrir al arte, dejar que se expanda, que trascienda más allá de nuestro pecho?

Nuestros cuerpos son el canvas donde se expresa la divina creatividad. Y desde ahí —desde ahí exactamente— tenemos la responsabilidad de transformarlo en palabras, en ideas, en danza, en música, en pintura, ¡en Arte!


La escena que encarna este renacer tiene nombre: The Flame. Y nace desde la idea de encender y de experimentar como la llama se eleva, entre música y luces, envolviéndote en el ritmo del beat que hará a tu cuerpo moverse. La llama, no bailará para ser vista. Se moverá porque arde. Porque hay algo que necesita salir. Su presencia enciende el pulso del evento, marca el inicio del trance colectivo. El fuego empieza a expandirse…

La Que Arde es un escenario que se adapta, que se transforma según el alma del espacio y de quien lo habite. Un contenedor para lo simbólico, lo bello, lo poderoso. Un lugar pensado donde las emociones no se esconden: se celebran. Cada performance, cada diseño, cada movimiento nace de ese fuego. 

Desde aquí te invito a ponerte en el centro y darle paso directo al fuego que crece en tu pecho. Déjate quemar. Déjate arder. Confía en el fuego interno —esa voz que desea y quiere hacer— y actúa desde ahí, sin preocuparse tanto por las formas. Lo importante es expresar ese fuego y arder en devoción a uno mismo. 

Por cierto, ¿sabes quien es Santa Bárbara?

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